«Mami, Por Qué Tú y Papi No Están Juntos?» Revelando Nuestra Naturaleza Pecadora
Fue pecado y no un «error».
Esa fue la respuesta a la pregunta que mi hijo, quien se ha criado durante sus 11 años sólo conmigo, me hizo recientemente.
Debido a la edad que ya tiene, fui muy cuidadosa esta vez al escoger mis palabras.
«Sebas, tu padre y yo no estamos juntos debido al pecado en nuestros corazones. Él y yo nos entregamos al pecado y no medimos las consecuencias que traería. Ese es el engaño del mismo, nunca revela al inicio los daños irreparables que causará.»
Esa fue mi repuesta. Fui intencional en utilizar la palabra pecado, y no error o mal entendido.
No importan los detalles. Al final, lo que reveló nuestra ruptura fue la raíz de pecado en nuestros corazones.
Nuestros hijos se exponen muchas horas frente a la televisión, Youtube, música y redes sociales. Los medios de comunicación paracen tener un objetivo en común: adormecer nuestra necesidad de un Salvador.
Su agenda es promover a la humanidad como personas que somos por naturaleza buenos. Según ellos, nuestro «mal comportamiento» se debe al impacto negativo de nuestro entorno y la culpa de los hechos de otras personas.
Quieren enseñarle una mentira a nuestros hijos. El creer que somos víctimas de la cultura. Es decir, no tenemos que hacernos responsables de nuestras malas decisiones y sus consecuencias en nuestras vidas. Esto conlleva a no necesitar de un Salvador quien nos liberte de nuestro pecado.
Nuestra responsabilidad como madres es ayudarles a filtrar todas estas filosofías falsas con las que los medios los bombardean. Nos demos cuenta o no, cada día que pasa ellos son moldeados conforme a alguna ideología. Debemos procurar que sea Cristocéntrica.
Debemos enseñarles qué es el pecado y sus consecuencias. Tenemos que ser honestas en mostrarles la evidencia de este en nuestra propia vida.
Deben saber que somos pecadoras redimidas. Antes, estabamos muertas en nuestros delitos y pecados; ahora, porque hemos aceptado el sacrificio de Cristo en la cruz, vivimos.
Explicarles que la preciosa sangre de Cristo es tan valiosa que ha cubierto todos nuestros pecados. Pero a la misma vez, nuestros pecados fueron tan costosos (la muerte eterna) que solo Su preciosa sangre pudo pagarlo.
Como madres, tenemos una gran influencia en quienes nuestros hijos se convertirán cuando crezcan. Nuestro objetivos, como cristianas, debe ser que ellos tengan una idea apropiada de sí mismos y las personas a su alrededor.
Cristo no vino a morir por personas que cometen errores o tienen un mal comportamiento. Vino a morir por los pecadores .
«Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.» Rom. 5:8
Acerca de la autora: Anyeline es la madre de uno, amante de Jesus, y disfruta una buena taza de cafe. Es originalmente de la Republica Dominicana, pero ahora es una orgullosa ciudadana Americana. Si visitan nuestra iglesia, la encontraran enseñando nuestra clase de jovenes adultas o ayudando en el misnisterio de niños. Ella siempre tiene una sonrisa y un saludo calido para amigos y extraños tambien.